Lo que aprendí

By Ana - noviembre 15, 2018



Siempre quise tener por lo menos una hija para poder llegar a tener algún día la relación que yo tenía con mi madre. Cuando me quedé embarazada de Ana, la gente me hacía la típica pregunta "¿qué quieres chico o chica?", y mi respuesta siempre era la misma: "La verdad es que me da igual, pero me haría mucha ilusión que fuera una niña. Quiero tener la relación que tengo con mi madre".
El destino fue generoso conmigo y no sólo tuve la suerte de tener a Ana, sino que años más tarde cuando me enteré de que estaba embarazada por segunda vez, venía Olivia de camino. Ahora tengo doble oportunidad de tener una relación como la que tuve yo con mi madre.
Mi madre se marchó lo que parece casi un siglo, y no hay día que no me acuerde de todo lo que me enseñó.

Me enseñó que nunca se tienen suficientes libros en la vida. Los libros siempre te salvan, y siempre te recuerdan todas y cada una de las etapas de tu vida, quién te los regaló y porqué compraste un libro en concreto. Todo eso forma parte de tu historia personal, y como tal, tienen que estar visibles.



Aprendí que las planta son vida, y que una casa con plantas tiene más vida y encima decoran.


Le escuché decir una y mil veces que los niños tienen que tener un espacio que sea sólo suyo, donde se sientan libres y felices. Donde puedan desarrollar toda su imaginación y donde sepan que ahí pueden hacer lo que quieran. Aún recuerdo, que en mi habitación tenía una pared donde podía pintar con las acuarelas y clavar mil y una chinchetas, era la bomba. Muchas de mis amigas no podían clavar los pósters con chinchetas y yo podía hacerlo hasta con chinchetas de colores. Recuerdo sentirme afortunada. Es algo que tengo grabado a fuego, y ahora que Ana veo que ha pasado a otra fase y tiene otras necesidades, estamos en proceso de dejarle el cuarto perfecto para ella.


Me enseñó a cuidarme dentro de mis posibilidades económicas. "Ana, ir a la peluquería, a hacerte una limpieza facial o cualquier cosa que te haga sentir guapa, es necesario. Si tú te ves bien, el mundo te verá aún mejor"


Aprendí que regalar es infinitamente mejor qué que te regalen, y si en lugar de hacerlo tal cual te lo dan en la tienda, le dedicas un ratito a hacerlo bonito, "además de estar regalando un objeto, estarás regalando cariño y tu tiempo y eso es más importante aún y se valora mucho más"


De ella he heredado mi pasión por la cocina, de hecho cada día me gusta más. Además, me enseñó la importancia de los pequeños detalles, de hacer las cosas bien. Aprendí a poner bien la mesa, a que es mejor cocinar para los demás y a poner las cosas bonitas. "Ana, no es lo mismo sentarse a la mesa con las cosas puestas sin ton sin son, a sentarse en una mesa donde las cosas han sido cuidadas y mimadas. Aunque la gente no te lo diga, les gusta sentarse con la mesa bien puesta y bonita, se disfruta mucho más la comida"


Pero sobre todo aprendí a ser una buena persona y ahora que soy madre a ser una buena madre. Me dio muchos consejos, pero hay uno que he grabado a fuego: "Ana, cuando seas madre, la gente te dirá lo que tienes que hacer, lo que es bueno para tus hijos y lo que no, cómo tienes que actuar. Silencia todas esas voces, no les hagas caso, una madre, independientemente de sus conocimientos, es una madre, y siempre sabe lo que sus hijos necesitan y lo que les pasa. No me preguntes porqué, pero una madre lo sabe. La intuición de una madre es poderosa." Y eso hago, cuando alguien me dice que haga esto, o lo otro, o que lo que le pasa a mis hijas es aquello, directamente no hago ni caso. Sigo mi intuición como madre.
Algunas de las muchas cosas que aprendí de ella.
Un beso muy fuerte y feliz día:-)))
Ana

Fotos vía Pinterest








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